Evolución

Charles Darwin y la Teoría de la Evolución

Charles Darwin, tras la publicación de El origen de las especies en 1852, dio un giro de 180º a la perspectiva desde la que el hombre se observaba a si mismo. Hasta mediados del siglo XVIII la visión creacionista era el único punto de vista que abordaba cual es el origen del ser humano. La religión situó y sitúa al hombre en la cúspide de la creación, por encima del resto de seres vivos. Dios crea al hombre a su imagen y semejanza.

Lamark, a caballo entre el siglo XVIII y XIX, por vez primera entendió que los seres vivos cambian y que la acumulación de esos cambios da lugar a nuevas especies. Lamark, sin embargo, erró a la hora de comprender cuales son los mecanismos que inducen los cambios. El investigador francés defendía que la necesidad impulsa la aparición de las características adecuadas para dar repuesta a los retos que plantea el entorno. Por ejemplo, si la hojas más verdes y tiernas se encuentran en lo alto de los árboles, la especie que se alimenta de ellas aumentará automáticamente, a través de las generaciones, la longitud de su cuello. Hoy sabemos que esto nos es cierto porque la evolución no persigue fines concretos, en cierto modo, es consecuencia del azar.

Charles Darwin realizó en el siglo XIX una de las aportaciones más importantes a la Ciencia. El descubrimiento de la dinámica evolutiva cambió el estatus humano de forma radical y para siempre. El Homo sapiens sapiens es un animal, al igual que una mosca, un pulpo o una jirafa. Eso sí, con una serie de características que lo hacen singular.

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