La evolución es un proceso biológico que afecta a todos los seres vivos. El hombre, como todas las especies actuales, tiene su origen en aquel instante en el que surgió la vida. Por tanto, el estudio de nuestra evolución contiene las claves que nos pueden permitir entender ¿quiénes somos? ¿de dónde venimos? y ¿a dónde vamos? Cuanto más nos acercamos al presente, las características que definen al Homo sapiens sapiens aparecen en los restos fósiles de forma más evidente. La bipedestación y el aumento del cerebro se desarrollan y en el ser humano parecen obtener su punto culminante. Con la aparición de estas características comienza el proceso de hominización.
La cultura, que incluye el desarrollo tecnológico, el control del fuego o la aparición del pensamiento simbólico son hitos que marcan un antes y un después en nuestra evolución. En nuestra estirpe, por primera vez en la historia de la vida, el factor cultural condiciona la selección junto a las leyes naturales. El hombre es capaz de dominar su entorno y se adapta, mediante la técnica, a cualquier tipo de ecosistema. El tipo de cultura que adopte la especie humana, en consecuencia, puede ser un factor positivo para la supervivencia o, por el contrario, ser un factor negativo para nuestra adaptación.